viernes, noviembre 24, 2006

HO'OPONOPONO, por Joe Vitale

  Hace dos años, escuche hablar de un terapeuta en Hawaii quien curó un
pabellón completo de
pacientes criminales insanos sin siquiera ver a ninguno de ellos. El psicólogo
estudiaba la ficha del recluso y luego miraba dentro de si mismo para ver cómo
él había creado la enfermedad de esa persona. En la medida en que el mejoraba,
el paciente se mejoraba.
La primera vez que escuche hablar de esta historia, pensé que era una
leyenda urbana. ¿Como podía cualquiera curar a otro con solo curarse a si mismo?
¿Como podía aunque fuera el maestro de mayor poder de auto curación curar a
alguien criminalmente insano? No tenia ningún sentido, no era lógico, de modo
que descarte esta historia.
Sin embargo, la escuche nuevamente un año después. Escuché que el terapeuta
había usado un proceso de sanación Hawaiano llamado “oponopono”. Nunca había
oído hablar de ello, sin embargo no podía sacarlo de mi mente. Si la historia
era totalmente cierta, yo tenía que saber más. Siempre había entendido que
“total responsabilidad” significaba que yo soy responsable de lo que pienso y
hago. Lo que esté mas allá, está fuera de mis manos. Pienso que la mayor parte
de la gente piensa igual sobre la responsabilidad. Somos responsables de lo que
hacemos, no de lo que los otros hacen – pero eso está equivocado.
El terapeuta Hawaiano que sanó a esas personas mentalmente enfermas me
enseñaría una nueva perspectiva avanzada sobre lo que es la total
responsabilidad. Su nombre es Dr. Ihaleakala Hew Len. Probablemente hayamos
pasado una hora hablando en nuestra primera conversación telefónica. Le pedí que
me contara la historia total de su trabajo como terapeuta.
Él explicó que había trabajado en el Hospital Estatal de Hawai durante
cuatro años. El pabellón donde
encerraban a los locos criminales era peligroso.
Por regla general los psicólogos renunciaban al mes de trabajar allí. La
mayor parte de los miembros del personal allí caían enfermos o simplemente
renunciaban. La gente que atravesaba ese pabellón simplemente caminaba con sus
espaldas contra la pared, temerosos de ser atacados por sus pacientes. No era un
lugar placentero para vivir, ni para trabajar ni para visitar.
El Dr. Len me dijo que el nunca vio a los pacientes. Firmo un acuerdo de
tener una oficina y revisar sus legajos. Mientras miraba esos legajos, el
trabajaría sobre si mismo. Mientras el trabajaba sobre si mismo, los pacientes
comenzaban a curarse.
“Luego de unos pocos meses, a los pacientes que debían estar encadenados se
les permitía caminar libremente” me dijo. “Otros que tenían que estar
fuertemente medicados, comenzaban a mermar su medicación. Y aquellos que no
tenían jamás, ninguna posibilidad de ser
liberados, fueron dados de alta”. Yo estaba asombrado. “No solamente eso”
continuó, “sino que el personal comenzó a gozar yendo a trabajar.”
“El ausentismo y los cambios de personal desaparecieron. Terminamos con más
personal del que necesitábamos porque los pacientes eran liberados y todo el
personal venia a trabajar. Hoy ese pabellón esta cerrado.”
Aquí es donde yo tuve que hacer la pregunta del millón de dólares: “¿Qué
estuvo haciendo usted con usted mismo que ocasionó que esas
personas cambiaran?”
“Yo simplemente estaba sanando la parte de mi que los había creado a ellos”,
dijo él. Yo no entendí. El Dr. Len explico que entendía que la total
responsabilidad de tu vida implica a todo lo que está en tu vida, simplemente
porque está en tu vida, y por ello es tu responsabilidad. En un sentido literal,
todo el mundo es tu creación.
¡Uau! Esto es duro de tragar. Ser responsable por lo que yo hago o digo es
una cosa. Ser responsable por lo que cualquiera que esté en mi
vida hace o dice es otra muy distinta. Sin embargo la verdad es esta: si asumes
completa responsabilidad por tu vida, entonces todo lo que ves, escuchas,
saboreas, tocas o experimentas de cualquier forma es tu responsabilidad porque
ésta en tu vida. Esto significa que la actividad terrorista, el presidente, la
economía o cualquier cosa que experimentas y no te gusta, esta allí para que tu
la sanes. Ello no existe, por decirlo así, excepto como proyecciones que salen
de tu interior. El problema no está con ellos, está en ti, y para cambiarlo,
debes cambiar tú.

Se que esto es difícil de captar, mucho menos de aceptar o de vivirlo
realmente. Achacar a otro la culpa es mucho más fácil que asumir la total
responsabilidad, pero mientras hablaba con el Dr. Len, comencé a comprender esa
sanación de él y que el ho’oponopono significa amarte a ti mismo.
Si deseas mejorar tu vida, debes sanar tu vida. Si deseas curar a
cualquiera, aún a un criminal mentalmente enfermo, lo haces curándote tu mismo.
Le pregunte al Dr. Len como
se curaba a si mismo. Qué era lo que él hacía exactamente cuando miraba los
legajos de esos pacientes.
“Yo simplemente permanecía diciendo ‘Lo siento’ y ‘Te amo’, una y otra vez”
explicó él.
¿Sólo eso?”
“Sólo eso.”
“Resulta que amarte a ti mismo es la mejor forma de mejorarte a ti mismo, y
mientras tú te mejoras a ti mismo, mejoras tu mundo”
Permíteme darte un rápido ejemplo de como funciona esto: un día, alguien me
envía un e-mail que me desequilibra”. En el pasado lo hubiera manejado
trabajando sobre mis aspectos emocionales tórridos o tratando de razonar con la
persona que envió ese mensaje detestable. Esta vez yo decidí probar el método el
Dr. Len. Me puse a pronunciar silenciosamente “lo siento” y “te amo”. No lo
decía a nadie en particular. Simplemente estaba invocando el espíritu del amor
para sanar, dentro de mi lo que estaba creando la circunstancia externa.
En el término de una hora recibí un email de la misma persona. Se disculpaba
por su mensaje previo. Ten en cuenta que yo no realicé ninguna acción externa
para lograr esa disculpa. Yo ni siquiera contesté su mensaje. Sin embargo, sólo
diciendo “te amo”, de algún modo sané dentro de mí lo que estaba creando en él.
Mas tarde asistí a un
taller de ho’oponopono dirigido por el Dr. Len. Él tiene ahora 70 años de edad,
es considerado un chaman abuelo y es algo solitario.
El alabó mi libro “El Factor Atractivo”. Me dijo que mientras yo me mejoro a
mi mismo, la vibración de mi libro aumentará y todos lo sentirán cuando lo lean.
En resumen, a medida que yo me mejoro, mis lectores mejorarán.
“¿Y qué pasara con los libros que ya he vendido y han salido de mi?”
pregunté.
“Ellos no han salido” explicó él, una vez más soplando mi mente con su
sabiduría mística. “Ellos aún están dentro de ti”. En resumen, no hay afuera. Me
llevaría un libro entero explicar esta técnica avanzada con la profundidad que
ella merece.
“Basta decir que cuando quiera que desees mejorar cualquier cosa en tu vida,
hay solo un lugar adonde buscar: dentro de ti. Cuando mires, hazlo con amor”.
* * * * * * * * * * *
Éste es uno de esos mensajes que literalmente cambian la vida. Hemos oído
muchas veces que nosotros creamos nuestra realidad, que el mundo es un reflejo
de quien somos, que todos somos uno, que todo comienza y termina en ti, etc.,
etc. Pienso que ustedes los conocen a todos. Es otra historia ver cuanto
comprendemos verdaderamente de la esencia de todas esas afirmaciones. Sin
embargo, en mi humilde opinión, la simplicidad del mensaje en esta historia
presiona nuestras teclas y hace caer la ficha. ¡Es tan simple!
A todos y cada uno de ustedes: ¡Lo siento! ¡Te amo!!!!
Enviado amorosamente por Gilda M. Tangtam.
(traducción agradecida de Cecilia Sosa)
Peñalba)